9.07.2006

El número telcel que usted marcó...


"No es mi culpa, es de la televisión, un programa bueno tras otro. No me dejan vivir"
Homero (Simpson, claro)
Del otro lado del teléfono no hay nadie.
Ni debajo de la cama.
Ni en ningún lado.
Por eso dejamos de sentirnos solos cuando estamos frente a la computadora o el televisor.
No hay nadie ahí, lo sabemos y no importa, porque parece que ahí están, que son muchos y que están bien.
A diferencia de los que creemos que deberían estar ahí, pero no nos contestan y se niegan a estar donde deberían, es decir, en el mundo. Se niegan a existir y por eso se niegan a responder. Nos enfrentan con su silencio, con una grabación que nos invita a dejar un mensaje porque la persona de momento no existe, pero en cualquier momento puede regresar a nuestra esfera de acción y sabrá lo que queremos decirle.
La televisión no nos obliga a esto. La televisión está ahí (aparentemente) y nos habla aún cuando decidamos no estar y no responderle, aun cuando le ofrezcamos un silencio de muerte y nos ocupemos en nuestros asuntos. Ella seguirá hablando, acompañando (aparentemente) y llenando nuestro vacío que no es únicamente el de la casa, sino uno mucho más grande (menos aparente).

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